sábado, 11 de junio de 2016

EXPERIENCIA CON AYAHUASCA DE ESTANISLAO GRAU

UN DOCUMENTO QUE DETALLA CON PRECISIÓN UN PROCESO DE TRANSFORMACIÓN Y PARTE DE LOS INNUMERABLES BENEFICIOS QUE APORTA EL TRABAJO CON AYAHAUASCA Y PSICOTERAPIA:

El encuentro con la consciencia cósmica en mí y la sanación de mi cuerpo físico con el acompañamiento y guía de la Ayahuasca y del equipo de Inner Mastery International.

Por Estanislao Grau Martinez.

Psicoterapeuta.


Introducción
Jamás soñé con tener una experiencia similar a esta, pero sobre todo jamás imagine exponerme tanto a nivel personal como lo voy a hacer a continuación narrando hechos que si yo hubiera leído unas semanas atrás de la mano de otra persona me hubieran parecido cuanto menos fantasiosos, fanfarrones y ilusos, por no decir una sarta de mentiras. Así que esta es para mí una “salida del armario” ya que en este momento de mi vida, siento que ya no tengo nada que perder ni ninguna imagen “que mantener”. Te agradezco de antemano que dediques el tiempo de leer estas ocho páginas donde voy a exponer de forma íntima y sin reparo mi proceso de transformación personal, el sentido de escribirlo, lejos de mi vanagloria en la que ya no estoy interesado en absoluto, pasa por el deseo de que pueda servir mi experiencia aunque solo sea a otro ser humano de que la evolución humana y la sanación física son posibles.
Tome contacto por primera vez con la ayahuasca en abril de este año, el día después de cumplir 30 años, fue mi regalo de cumpleaños y la que se suponía tenía que ser una experiencia más dentro de mi periplo por el mundo del crecimiento personal y el autoconocimiento que lleva ya acompañándome los últimos 6 años de mi vida. Después de casi 5 años de psicoterapia individual humanista, y de 6 años de formación intensiva y variada con mas de 40.000 € invertidos en ese proceso, la toma de ayahuasca solo tenía que ser un paso más en este camino del desarrollo humano, que se suponía y yo había comprado a mis terapeutas y maestros, que era largo, duro y costoso.
Los últimos meses antes del retiro no habían sido buenos, los problemas gastrointestinales que arrastraba desde hacía 4 años seguían complicándome la vida y conectándome con la rabia y el odio y me mantenían continuamente irascible con el mundo, con los otros y conmigo mismo, por otro lado estaba retomando la relación de pareja con mi compañera que había quedado en “stand by” durante unos meses después de 9 años de relación y 6 de matrimonio. La crisis de los 30 había golpeado con fuerza a mi compañera y el volver a estar juntos se estaba presentando como un reto difícil de sostener y me hacía conectar continuamente con la duda y la confusión de no saber que era lo que yo quería. Por otro lado mi actividad profesional como terapeuta acompañando procesos individuales y trabajando con grupos no pasaba por sus mejores horas, todo y que tenía la consulta mas llena que nunca y no paraba de dar cursos, me encontraba sumido también en dudas sobre la efectividad real de las terapias que yo había recibido y en las que me había formado, ni la supervisión continua ni los aparentes casos de éxito terapéutico me hacían sentir del todo convencido de que lo que estaba haciendo servía demasiado, ni a los demás ni a mí mismo, ya que los cambios eran lentos y a veces insostenibles en el tiempo.
Con todo eso llegue a la casa del retiro con una sensación de miedo interno que intentaba disimularme a mí mismo y que me avergonzaba ya que se me suponía que al cumplir los 30 todo iba a ser distinto tal y como me había prometido a mí mismo. Todo y que me habían hablado bien de la organización de los retiros, me costaba confiar en esa gente que aparentemente estaban haciendo tanto dinero con el uso de una planta que se suponía sagrada, no me cuadraba tanta publicidad en las redes sociales y esos textos tan largos en su web, especialmente me costaba confiar en la cabeza visible de la organización, Alberto Varela que en algún video que había visto parecía tan prepotente y tan solemne al hablar.
Esa primera noche antes de la toma estaba muy nervioso, trataba de controlarlo sin demasiado éxito, me ayudo escuchar las explicaciones de Alberto que en persona me dio mucha más confianza todo y que seguía viendo algo en el que no me gustaba y a lo que no le sabia poner nombre, me ayudo también que se me permitiera realizar preguntas sobre mis duda. Todo parecía seguro pero algo dentro de mi seguía acongojado por más que algunos participantes más veteranos hubieran tratado de tranquilizarme con sus relatos. Recuerdo que entonces nos prepararon para la toma, recibir el Oskaya de las manos y con la intención de Alejandra fue un tremendo regalo que me dejo sentado en mi colchón, llorando de alegría y muy centrado, ese fue el mejor momento de mi primera toma. Lo que vendría después no fue tan agradable, la toma fue pequeña por ser mi primera vez y no me produjo ningún efecto perceptible, recuerdo que me sentó bien en el estómago lo que celebre ya que últimamente me sentaba mal hasta el agua. Pasaron lo que yo sentí como varias horas y no aparecía efecto de ningún tipo, yo trataba de estar tranquilo y concentrado pero nada sucedía, así que cuando lo ofrecieron decidí tomar un refuerzo, no sé si fue por tomarlo con miedo o por juntarse con la dosis anterior pero lo que aconteció después se podría comparar con una escapada de fin de semana al purgatorio; vomite muchísimo y me quede muy muy débil, encogido en posición fetal sin poder moverme durante todo el tiempo que duro la toma, cuando pudimos ir a dormir llegue a la habitación casi a gatas.
Al día siguiente desperté sin ningún rastro de molestias y con cierto bienestar, pero sobre todo con una compresión clara, la ayahuasca me había mostrado de forma evidente y sin sutilezas lo que yo llevaba haciendo toda mi vida, joderme la experiencia del vivir por el control, el miedo y el juicio sobre cualquier experiencia. Poder integrar eso por la mañana en grupo me fue importante y me ayudo a tener una experiencia menos traumática la noche siguiente, donde tome una sola dosis algo mayor que la de la noche anterior, todo y que esa segunda noche no tuve más que algunas sensaciones físicas y algún pequeño insight, salí muy contento del retiro ya que en el taller de la tarde pude trabajar de forma profunda un tema importante que acabo en un largo y sanador abrazo con Oscar, uno de los facilitadores.
Durante el mes y poco que paso entre el primer retiro y este segundo, no hubo grandes cambios en mi vida, si es cierto que mis emociones estaban más disponibles y que después de una charla a corazón abierto con mi pareja pude sentirme más cerca de ella, mi colon irritable seguía irritándome y seguía sintiendo que mi hacer terapéutico se estaba quedando pobre y cada vez menos efectivo. Sentí que quizás un modo de seguir teniendo experiencias potentes y reveladoras con la Ayahuasca podría ser útil para mi proceso, así que decidí seguir asistiendo a los retiros, esta vez quise asistir por 3 días con la ilusión de que las ceremonias serian guiadas por un chamán de la amazona. Llegue con una sensación de menos miedo e inseguridad por ya conocer el lugar, a algunos participantes y por saber que la ayahuasca no me iba hacer ningún daño, todo y así estaba nervioso. Conocer al Chaman me dejo un poco decepcionado no se muy bien por qué todo y que no tardaría en cambiar mi opinión sobre el. Esa primera noche decidí entregarme por completo a la experiencia, la dosis que recibí fue mayor a las del primer fin de semana y rápido llego el efecto que esta vez si pude sostener, sentí como mi cuerpo se quedaba pequeño para albergar a mi ser y cada vez que respiraba mi cuerpo ponía un límite a mi alma que parecía querer salir de mi cuerpo, pude sostener bastante bien la experiencia pero no llegue a soltarme del todo, seguía controlando de forma inconsciente y en gran parte juzgando esa experiencia desde el miedo.
Conocer y entregarme a mi mama celestial. La conexión profunda con el ser y el goce del vivir.
El milagro, y lo llamo milagro por que no puede llamarse de otro modo vino la segunda noche de mi segundo retiro con Ayahuasca Internacional, es muy importante para mi decir aquí que siempre he sido una persona muy pragmática y que todo y que desde la mente podía entender todos esos conceptos de que “somos todos uno” “todo está dentro de nosotros” etc, etc nunca había realmente llegado a creer profundamente en nada espiritual ni místico mas allá de sentirlo desde de la mente y todo y que había tenido algunas experiencias cumbre que duraron no más de dos segundos, secretamente despreciaba y me burlaba de todo aquel que me vinera con historias esotéricas, mágicas o que tuvieran que ver con nada que no estuviera disponible a mi percepción, estaba convencido de que eran formas de escapar de esta realidad humana con la que hasta ahora creía que no había más remedio que lidiar con resignación. Jamás hubiera esperado vivir ni mucho menos contar públicamente nada remotamente parecido a la experiencia que me dispongo a describir.
Esa primera noche como propósito decidí “trabajar” la entrega, creía que había conseguido confiar la noche anterior pero sentía que no me había entregado del todo. La toma hizo efecto en pocos minutos y rápidamente note mi cuerpo expandiéndose incluso más que la noche anterior, un mar de visiones de las clásicas figuras geométricas se hicieron presentes en mi mente, yo solo me repetía “sostenlo, sostenlo, sostenlo” que era el modo que tenía en ese momento de decirme a mí mismo “entrégate” cada vez las visiones se hicieron mas parte de mi, ya no eran visiones sino que pasaron a ser parte de mi experiencia total, no lo veía, lo vivía. En un momento pude sentir claramente como una especie de delicadas cañas de bambú rodeadas de lazos de colores me “operaban” toda la zona gastrointestinal, no había nadie solo esa “energía” que me sanaba mientas yo podía abandonarme a que “eso” hiciera su trabajo y con sutileza y de forma rápida e indolora sentí que esas “energías” efectivamente habían sanado de mis problemas de intestino. Casi sin darme cuenta después de esa vivencia mi cuerpo empezó a desintegrarse y a fundirse al mismo tiempo, era como llegar a casa como se suele decir, en realidad no llegue a ningún lado solo me uní a algo que nacía de mi plexo solar y que lo inundaba todo convirtiéndome yo progresivamente en ese todo, no puedo describir con palabras lo mágico de aquello, pero era algo parecido a un centelleo de millones de preciosos rayos de luz de todos los colores imaginables, era tal la sensación de paz y de armonía que no se si alguna vez en vida vuelva a tener tal vivencia, era como estar de nuevo en el vientre de mama, era como estar en la presencia de Dios siendo yo Dios al mismo tiempo, todo y que esa presencia se me hizo claramente femenina y maternal por lo acogedora, cálida y tierna que era y me cuidaba y sostenía como una mama a un hijito. Fui uno con el universo y pude por primera vez en mi vida descansar de verdad, soltar del control, confiar, aceptar y entregarme a la fuerza misteriosa del universo que se había abierto ante mí y en mi al mismo tiempo, para tal como entendí no dejarme ya  jamás, muy lentamente esa sensación fue bajando de intensidad y fui recuperando la conciencia de mi cuerpo, fue como un viaje de vuelta, de esa consciencia cósmica a mi cuerpecito de humano, ahora ya solo confiaba, aceptaba y entregaba a lo que estaba pasando, sin tratar en lo absoluto de controlarlo, por el camino de vuelta, vi claramente lo que se podrían llamar “seres de luz” o energías limpias que se aparecían ante mí en forma de pequeñas luces borrosas y se apartaban para dejar paso a otras, era como si decenas de budas, ángeles y seres iluminados se alegraran de que hubiera llegado allí y que pudiera volver para contarlo y compartirlo; nunca sentí ninguna presencia negativo o “oscura” y si la había quedo opacada por las preciosas y luminosas figuras que me acompañaron de vuelta a mi experiencia humana.
Una vez pude ser plenamente consciente de mi cuerpo de nuevo sentí que eso que había pasado cambiaria mi vida, sentí una confianza plena y absoluta en la existencia, en mi mama celestial como ahora me gusta llamarla, supe en el fondo de mi ser sin ninguna duda, que algún día posiblemente cuando deje mi cuerpo humano volvería allí con ella, de donde había venido, supe que nadie podía arrebatarme eso, que pasara lo que pasara esa vivencia viviría en mi ser y en mi corazón humano, supe que ella estaba dentro de mí y que en realidad no solo de mi sino de todos los seres sintientes del universo, todo y que en ese momento me sentí especial y apartado de los demás por haber vivido eso y era solo desde la mente que entendía que eso no podía ser solo patrimonio mío. Sentí un enorme goce pero sobretodo una gran confianza en que “eso de lo que todos estamos hechos” es “buena y generosa” y que solo quiere que evolucionemos, sentí que podía confiar en que todo lo que vendría desde ese momento en adelante en mi vida sería bueno aun que en el momento no lo pudiera ver pero sabía que podría confiar, aceptar y entregarme a cualquier experiencia que la existencia me trajera. El resto de la noche fue un espectáculo de insights continuos, llegaba un pensamiento y automáticamente lo resolvía en forma de comprensión profunda, pude conocer mas cosas sobre mi carácter y mi ego en esas horas que pasaron hasta la madrugada que en 6 años de estudio y experimentación profunda de mi mente, mis emociones y mis instintos. Mágico fue también al vomitar, recuerdo que lo hacía con una sonrisa en la boca, y vi claramente que lo que estaba saliendo de mi cuerpo eran “parásitos”; llevaba un tiempo obsesionado con que mis problemas gastrointestinales eran producidos por parásitos, había hecho un largo y complejo protocolo de desparasitación que apenas no me había mejorado y que me había vuelto más controlador si cabe, pero al vomitar vi claramente cuales eran esos parásitos; el juicio y el control, el ponerle a cada experiencia de mi vida la etiqueta de buena o mala, y el querer controlar hasta el más mínimo detalle de mi vida, eso era lo que me había jodido la vida y el intestino, y ahora no solo había sido “operado” por una fuerza compasiva y amorosa y había sido acunado en un océano de conciencia y paz, sino que por mi mismo me había desecho con amor de esos parásitos que me chupaban la vida, no sin antes agradecerles por haber tratado de protegerme, era el miedo el que los creaba y el que no me dejaba confiar y me hacía juzgar y controlar a cada instante, ahora ya no los necesitaba… TODO ESTABA BIEN.
Al día siguiente no me desperté lo “iluminado que se suponía debía de estar” pero proseguí con mi día como uno más dentro del retiro, los intestinos no me molestaban tanto pero no había ningún cambio milagroso; a partir del medio día me empecé  a preocupar por que no encontraba mi libreta, esta era especialmente valiosa ya que en ella tomaba notas de los distintos talleres y formaciones a los que había asistido desde enero y estaban también muchas de las notas tomadas la noche anterior casi a oscuras de los cientos de insights que tuve, era para mí una desgracia perderla, ya que una de las cosas que me había acompañado toda mi vida era la mala memoria y la incapacidad para recordar descubrimientos importantes ya que lo hacía desde la mente y no los integraba, por eso tenía la “obsesión” de apuntarlos, siempre, así que quedarme sin libreta era quedarme sin todo aquel conocimiento y descubrimientos propios. Por otro lado a media tarde la casa se vio inundada con una marea de nuevos participantes en el retiro y empecé a sentir que me faltaba espacio vital, todo esto hizo que mis “neuras” se pusieran a flor de piel y que el carácter y el ego entraran en acción arrollando cualquier atisbo del trabajo del día  anterior. Llegaba la noche y no estaba tranquilo, ni había conseguido conservar apenas la sensación de confianza de la noche anterior. Vaya chasco pensé, ha sido una experiencia más, una experiencia más de las que no había integrado… pero por fortuna estaba muy equivocado. Antes de comenzar la preparación de la toma me había cruzado con Alberto a quien había pedido de poder hablar unos minutos, me sorprendió lo tranquilo que estaba con todo el follón de dar cabida a tanta gente nueva, le conté por encima mi experiencia de la noche anterior, esperando reconocimiento como venía haciendo de todas las figuras a las que transfiero la autoridad, es decir la imagen de papa, pero además de eso recibí una pregunta que me saco de mi por un momento, Alberto me cuestiono si alguna vez había desconfiado de el o de la organización, en ese momento sentí que mi ego quedaba a un lado y le respondí sin pensarlo un claro y contundente SI, pero matice al tiempo que tenía un claro insght y que un brin de alegría recorría todo mi cuerpo, le conté tal como lo sentía que esa desconfianza era una reflejo mío, que todo lo que me “rechinaba” de él, todo lo que no me gustaba de él y de su organización, hablaba claramente de mi y de mis sombras, en ese momento me sentí libre y necesitaba imperiosamente darle un abrazo por el regalo que me acababa de hacer por darme cuenta de forma vivencial y no desde la cabeza, que todo está en mi y nada puedo ver fuera que no anide ya  dentro. Cuando después Alberto me dijo “estás listo” y me “otorgo” un lugar delante de el para la toma y explico la escena de la pregunta y el abrazo delante de unas 80 personas antes de empezar, me sentí especial, por supuesto en una parte desde el ego por que “el padre” me había reconocido y sentado a “su derecha” pero también desde el ser; me sentí especial por servir mi ejemplo de desconfianza infundada como espejo para otros de los presentes.
La toma empezó sabiendo que la ayahuasca era más fuerte así que esperaba una experiencia como mínimo  como la de la noche anterior. Decidí trabajar la gratitud y la compasión ya que la noche anterior mi experiencia cumbre solo me había incluido a mí y los demás habían quedado en un segundo plano, sabia (en ese momento desde la mente) que eso no era completo y que me faltaba incluir a los otros seres que me acompañaban en esta existencia en mi experiencia humana y sobretodo conectar con el agradecimiento por la oportunidad de vivir esa unión, sanación y mar de insights de la noche anterior. Después de lo que parecieron varias horas de haber tomado la ayahuasca, nada pasaba y yo estaba tranquilo aceptando que no volvería a tener una experiencia como la de anoche que era lo que me pille esperando secretamente; ni aquella noche ni posiblemente nunca eso tan potente volvería a ocurrir, de todos modos lo aceptaba y no me resigne como hubiera hecho en otros momentos, decidí pasar la noche tranquilo sintiendo la música y en contacto con lo que fuera que mi mama celestial me tuviera preparado aunque fuera aburrimiento o incluso malestar como en otras tomas. Sentía efectivamente un ligero malestar en el estómago como en cada toma, una vez mas lo podía sostener, todo y que al cabo de un par de  horas me canse y me incorpore para vomitar, saque toda la ayahuasca y un poco de agua, ya no tenía nada más que sacar, cuando acabe estaba tranquilo y me tumbe de nuevo; y fue aquí donde se produjo el segundo y definitivo milagro, primero pude sentir claramente como “algo” recorría todo mi intestino de forma contundente pero sin dolor alguno, pasaba por cada una de las partes de este, de abajo arriba y al llegar al estómago se disolvió sin dejar rastro, ahí la poca molestia de después del vomito desapareció por completo y me empezó a inundar una sensación de bienestar no comparable a nada que yo haya sentido antes, empezó siendo física, me encontraba muy muy bien, después subió a la cabeza y a la cara y se me instalo una sonrisa de felicidad absoluta, que fue completamente espontánea y que no desapareció de mi cara hasta la mitad del día siguiente, jamás había vivido nada igual, conecte con una dicha y un goce para mi desconocidos, además no se marchaban, sentía algo que no puede ser expresado en palabras, pero que puedo tratar de aproximar, mi cuerpo se relajo a nivel desconocido para mi, solté todo el control, de repente mi mente se vacío también por completo de pensamientos, estaba experimentando un estado de meditación profunda, con los ojos abiertos y en pleno contacto con el mundo que me rodeaba, recuerdo algún momento cuando tomaba consciencia de que no había pensamiento alguno que cruzara mi mente y automáticamente me venía un insight que resumía varias preguntas existenciales, la respuesta final siempre era la misma, TODO ESTA BIEN, todo es perfecto como es, por que perfecta es mi mama celestial y la existencia que de ella emana, recuerdo esa frase (todo esta bien) retumbar en mi mente cada una de las pocas veces que algo la ocupaba y mi sonrisa hacerse cada vez más amplia suave, el resto del tiempo solo podía deleitarme en el más absoluto goce que jamás haya sentido. Era todo tan perfecto, recuerdo que cada persona que veía desde mi sitio me  parecía preciosa y completa, que solo quería tocar y abrazar a las personas que pasaban por mi lado, era una sensación de genuina hermandad con todos no había diferencia entre nosotros éramos la misma cosa, recuerdo también que otra de las frases que retumbaban durante un rato en mi mente era, YA HE LLEGADO, veía a Alberto de lejos y le mandaba ese pensamiento, “ya he llegado hermano, gracias por guiarme hasta aquí”, ahora en perspectiva puedo decir sin miedo a ser juzgado ni tachado de farsante que esa noche me ilumine, y que todo y que haya vuelto a mi experiencia humana, fui un Buda por unas horas, pero sin sentirme especial ni distinto, todos los participantes del retiro fuimos Budas esa noche, algunos lo sintieron y otros no, pude ver claramente que no fui el único que alcanzo ese estado esa noche. Por ejemplo fue precioso cuando salí al baño a orinar y me encontré con otro participante al que espontáneamente  abrace lleno de goce y llame hermanito, no porque esa fuera la jerga de los participantes más veteranos o de los facilitadores, sino porque así lo sentía, y nos fundimos en uno de los abrazos más hermosos que recuerdo en mi vida. Después decidí salir a ver las estrellas y pasee por las inmediaciones del lugar, recuerdo que era todo tan perfecto y armonioso que no lo podía creer mi felicidad y mi dicha no cabían en mi pecho, me tumbe en una hamaca a la luz de las estrellas y recuerdo haberlas mirado con un amor fraternal y una confianza tan grande en que éramos la misma cosa incluso llame preciosa a alguna que se me hacia mas “familiar” como si nos conociéramos “de antes”. La noche siguió con ese estado de amor puro, de goce y de dicha que no me abandonaban y pensé que me quedaría así para siempre. De hecho por la mañana sentía exactamente lo mismo, quizás con un poco menos de intensidad pero no se había borrado esa sonrisa “tontamente celestial” de mi rostro que me acompaño hasta que llegue a mi casa por la tarde. Tenía ganas de abrazar a todo el mundo, pero abrazarlos con el alma, me acerque a personas sobre las que días antes había sentido rechazo y me fundí en hermosos abrazos y miradas  de hermandad con todo aquel se cruzaba en mi camino, me sentí tan bendecido por aquella experiencia que sabía en el fondo de mi ser que había cambiado mi vida para siempre, que no sabía muy bien si volver a mi casa a “mi vida” o quedarme viviendo  allí en ese océano de dicha y paz, fue tentador, pero sabía que la prueba definitiva era ver si podía llevar eso que había vivido a mi día a día así que tome el reto de volver a casa no sin antes despedirme con inmensos abrazos de todos mis hermanitos y hermanitas deseándoles suerte en la última toma al que yo no iba ya a participar, ya había tenido bastante, ya no había nada más que yo pudiera encontrar, ya había llegado donde tenía que llegar, al menos de momento.
La decepcionante y esperanzadora vuelta a mi realidad Humana
Así que de regreso a casa todavía con esa sonrisa de dicha absoluta, sentí en lo más profundo que si en ese momento tenía un accidente y moría, no me aferraría a la vida, estaba preparado para morir, pero no desde la cabeza sino desde mi ser, sentí que mi experiencia humana había sido suficiente para mí, de hecho había sido perfecta y que abrazaría lo que la existencia me trajera ya que la CONFIANZA, la ACEPTACIÓN y la ENTREGRA anidaban no solo en mi corazón sino en mi ser. Fue un viaje de vuelta hermoso, pero como había sospechado ese estado de “gracia” no iba a durar para siempre. Al entrar en la ciudad donde vivo, que esta ubicada en el centro del “hueco” como le solíamos llamar con mis amigos de adolescencia, sentí claramente como ese estado de dicha se difumino casi de golpe, fue un baño de realidad crudo y que me fue especialmente duro, pero a los pocos minutos recordé la confianza que anidaba en mi corazón y que estaba siendo nublada por la energía “turbia” que siempre he sentido en mi ciudad y entendí que ahí empezaba la prueba de llevar mi vivencia transpersonal al terreno de lo humano y lo cotidiano. Cuando abrace a mi pareja al llegar a casa no fue tan especial como lo había imaginado, y lo mismo paso con el grupo de amigos con el que había quedado luego y que hacía meses no veía, me sentía entre decepcionado y algo angustiado por momentos pero seguía habiendo algo de esa confianza y aceptación de fondo que me mantenía presente y sosteniendo todo lo que me iba pasando. Al día siguiente volvió de forma mucho más tenue la alegría y la entrega a “lo que había” aunque no fuera de mi agrado, es decir deje de lado el juicio de que aquello que me pasaba “no estaba bien” y entendí que era parte del proceso de integración y comprendí claramente también que cuanto más alto uno sube más dura es la caída, todo y que no siento todavía que haya caído sino mas bien aterrizado de forma entre abrupta primero y suave después; volvió también menos exagerada la sonrisa y poco a poco volví a remontar de la decepción del día anterior a un estado mucho más sereno sin llegar a los niveles de dicha y paz de los dos días anteriores, pero si notaba claramente que algo había cambiado en mi, algo profundo y que “eso” tan maravilloso que había vivido no se había ido aun que hubiera quedado opacado inicialmente por la decepción de no poder seguir estando “en las nubes” y en la tierra al mismo tiempo.
La prueba real ha ido viniendo día a día con mi rutina y con los vaivenes de la cotidianidad, quiero destacar que ha cambiado por completo mi actitud y mi presencia, ante mi pareja, antes mis padres, antes mis amigos y incluso la gente que me cruzo en la calle, pero sobre todo ante las personas que acompaño en procesos, tanto a nivel individual en la consulta como en los grupos de formación. Ahora puedo “verlos” mucho mas, puedo sentir su dolor y observarlo con cariño y con paciencia sin que me pese, y sin querer rescatarlos de ninguna de las experiencias que viven, me he declarado impotente como dice mi hermanito Sergio, pues entiendo que sus dolores forman parte de su proceso vital de evolución. Respeto mucho más “al otro” y ya no pretendo convencer a nadie de nada, empieza a anidar en mí un sentimiento de compasión con el que quiero seguir trabajando y desarrollando. Destacable también es el nivel elevadísimo de confianza en la vida que ha quedado en mi después de esta vivencia, he soltado el control casi por completo y estoy realmente entregado a lo que la vida me traiga, con el convencimiento de que seré capaz de sostenerlo y aceptarlo. A nivel físico puedo decir que mi colon irritable se ha “curado” han desaparecido el 99% de las molestias y síntomas ahora puedo comer absolutamente de todo sin miedo a que me siente mal y siento como todos los alimentos me nutren, solo esto para mí ya es una prueba del milagroso poder curativo de la ayahuasca como medicina no solo de la conciencia sino también del cuerpo físico. Mi cuerpo está mucho más relajado a todos los niveles, soltar el control le ha sentado increíblemente bien, varias personas me han comentado esta semana que me ha cambiado la cara y que ha desaparecido casi por completo mi rigidez que me atormentaba y enfermaba prácticamente desde niño. Siento también muchísima más lucidez mental y  ha mejorado muchísimo mi memoria, hay en mí una presencia que es nueva, pienso menos, siento más y me siento mucho más satisfecho con lo que me trae cada momento presente.
A una semana de mi experiencia puedo decir que estoy integrando en mi vida pasito a pasito todo lo vivido en tres días de contacto profundo con la conciencia cósmica que habita en mí con el acompañamiento de la ayahuasca y del equipo de ayahuasca internacional. Siento en mi corazón un profundo anhelo por acompañar a otros seres a que puedan transitar algún tipo de proceso similar al que yo he tenido el privilegio de caminar y seguir caminando día a día desde que volví, ya que por lo menos hoy tengo la convicción profunda de que la ayahuasca y el acompañamiento psicoterapéutico son una herramienta muy potente y válida para todo el mundo que esté dispuesto a ver y entregarse a lo que sea que lleve dentro para así poder sanarse y evolucionar como ser humano; por eso quiero felicitar y agradecer públicamente a Alberto Varela y a su organización, por su enorme valentía al llevar estas herramientas de consciencia por todo el mundo, quien sabe cuántos años hubieran pasado para que yo me decidiera a ir a las selva a tomar ayahuasca, gracias Alberto por traerla a un entorno cercano, cómodo y seguro que garantiza que miles de seres humanos se puedan beneficiar de este regalo. A día de hoy ya no hago planes para mi vida, mi único propósito vital es entregarme a la existencia y ponerme a su servicio, confiando profundamente en mi “mama celestial” y aceptando todo lo que traiga a mi vida.
Lleida 04 de junio de 2016

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