jueves, 1 de diciembre de 2016

QUÉ OCURRE DURANTE UN ATÁQUE DE PÁNICO??



A Candela, de 32 años, le temblaban las manos tan sólo tras recordar el ataque de pánico que había sufrido un par de días antes. Ahora, toda su atención estaba centrada en la posibilidad de que esa mala experiencia se repitiera y, por tanto, se había convertido en un pensamiento recurrente negativo que la bloqueaba, provocando en ella una importante interferencia en su vida sociolaboral, personal y familiar.
Pero ¿qué ocurrió para darse ese ataque de pánico?  ¿Tiene que ver algo con la ansiedad? A continuación os intento contestar las dudas más frecuentes que me llegan a mi consulta de psicología.

¿Qué es un ataque de pánico?

El ataque de pánico consiste en un período discreto de intenso miedo, aprensión, terror o malestar que va acompañado, frecuentemente, de una sensación de peligro o catástrofe inminente y deseos de escapar. El ataque de pánico va acompañado de, al menos, cuatro  de los siguientes síntomas que aparecen repentinamente y alcanzan su máximo en unos 10 minutos:
  • Temblores
  • Palpitaciones o taquicardia
  • Sudoración
  • Sensación de falta de aire o ahogo
  • Sensación de atragantamiento
  • Dolor u opresión en el pecho
  • Náuseas o malestar abdominal
  • Sensación de mareo
  • Inestabilidad o desmayo
  • Desrealización (sensación de irrealidad)
  • Despersonalización (sentirse separado de uno mismo)
  • Miedo a perder el control o a volverse loco o a morir (frecuentemente, de un infarto)
  • Parestesias (entumecimiento o sensación de hormigueo)
  • Calor o frío de repente
Durante un ataque de pánico se produce la sintomatología fisiológica debido a la activación autonómica incrementada pero, dichos cambios, ocurren también en otros momentos cotidianos como cuando hacemos  ejercicio físico.
Igualmente, un ataque de pánico puede dejar a quien lo sufre agotado y con una ansiedad residual de moderada a elevada, pero no son peligrosos para la vida del paciente.

¿Hay distintos tipos de ataques de pánico?

Street, Craske y Barlow (1989) clasificaron los ataques de pánico en:
  • Ataque de pánico señalado. Es aquel percibido por el paciente como asociado a un estímulo externo ( por ejemplo, viajar en metro): o interno, el cual puede ser de dos tipos: físico (como las palpitaciones) o cognitivo (como los pensamientos acerca de la muerte).
  • Ataque de pánico no señalado o espontáneo. El paciente no es capaz de identificar estímulos claros asociados con el ataque de pánico aunque es probable que los mismos existan y la persona no sea consciente ya que son en forma de sensaciones internas cognitivas.
El ataque de pánico espontáneo más común es el que se da por la noche
El tipo más característico de ataque de pánico espontáneo es el nocturno, que se da durante las fases REM. Según Clarks y Salkovskis (1987), mientras dormimos controlamos nuestro mundo externo en relación con sonidos personalmente significativos. Dichos sonidos tienden a despertarnos de nuestros sueños. Así, alguien preocupado por su corazón, puede tener un ataque nocturno de pánico inducido por sus palpitaciones que fueron percibidas e interpretadas erróneamente durante el sueño.
McNally (1984) propuso que los pacientes responden con miedo a ciertas sensaciones corporales tras haber despertado por un aumento de la activación. Igualmente, Barlow (1988) manifiesta que diversos cambios internos durante el sueño pueden servir como antecedentes del pánico para las personas propensas como, por ejemplo, ritmo cardíaco y respiración reducida durante el sueño de ondas lentas.

¿Qué ocurre durante una crisis de pánico?

Es probable que respires más rápido, más profundamente o ambas cosas a la vez. Por tanto, se reducirá la cantidad de CO2 en tus pulmones y ello producirá una serie de sensaciones fisiológicas desagradables.
Todas estas sensaciones harán que te sientas más asustado al no saber lo que le está ocurriendo y, por ello -como humanos que somos – tenderá a pensar en lo peor. Por ejemplo, al inicio del ataque las personas suelen tener pensamientos de peligro inminente como “me va a dar un ataque al corazón y me voy a morir” mientras que otros piensan “me estoy volviendo loco y voy a perder el control de mí mismo”. En cualquier caso, los pensamientos están ligados a los síntomas o sensaciones.
Imaginemos que tenemos diversos pacientes, ésta podría ser la correlación entre sensación y pensamiento:
Taquicardia, palpitaciones. Piensan: estoy teniendo un infarto, mi corazón se parará y me moriré.
Sensación de ahogo o de falta de aire. Piensan: Voy a dejar de respirar, me ahogaré y me moriré.
Sensación de irrealidad. Piensan: Voy a volverme loco y a perder el control.
Parestesias o debilidad en los brazos o piernas. Piensan: Estoy teniendo un ataque fulminante, una apoplejía, un ictus,…
Sensación de mareo y desmayo. Piensan: Me voy a desmayar, me caeré al suelo y perderé el conocimiento.
Sentirse distante, tenso y sudoroso. Piensan: Voy a gritar o a perder el control de mi conducta.
Todos estos pensamientos sólo sirven para asustar aún más. Si ya está aterrorizado y con tendencia a respirar más rápido y profundamente, el ataque de pánico empeora todavía más las sensaciones corporales. Los pensamientos negativos recurrentes se tornen en aterradores, creando un circulo vicioso el cual llevará a la hiperventilación que aumentará las sensaciones físicas y, a la vez, los pensamientos de los que estamos hablando y, así, sucesivamente.
Todo ello ocurrirá de forma muy rápida dando la sensación que el pánico ha llegado “de repente”. Algunos pacientes que acuden a mi consulta dicen que “como caído del cielo”. A pesar de que tanto los pensamientos como las sensaciones son muy desagradables, nunca le causan ningún daño.
Un ejemplo muy claro que me gusta contar como psicóloga. Hay pacientes a quienes aterra desmayarse, caer al suelo y perder el conocimiento. Sin embargo, ello es fisiológicamente imposible porque, dada la hiperventilación que el propio paciente se provoca de forma inconsciente, el número de palpitaciones aumenta – a veces, llega hasta la taquicardia – con lo cual el bombeo de sangre hacia otras partes del cuerpo es superior y la presión arterial aumenta causando hipertensión, lo que es totalmente opuesto a una de las características necesarias del desmayo que es la disminución de la presión arterial o hipotensión.
¿Cuáles son los desencadenantes de una crisis de pánico?
En general, siempre existe un desencadenante que inicia el ataque y que se puede identificar si se presta atención a lo que sucede al inicio del ataque. El  desencadenante más habitual suele ser una sensación corporal aunque, también, puede serlo un pensamiento o una situación. A veces, el pánico puede ser desencadenado por estar estresado o ansioso por otras preocupaciones o porque le llegue a la mente la imagen de algo o alguien muy inquietante.
Diversas sensaciones corporales como suspirar excesivamente cuando estamos cansados/hartos de algo, palpitaciones y ahogo al subir escaleras, los efectos de beber demasiado café o de no dormir suficientes horas. Respecto a los pensamientos desencadenantes, pueden estar relacionados con oír hablar de alguien que ha muerto, de un síntoma determinado que creemos tener o pensar en posibles problemas futuros.
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Sobre la autora de este artículo
María Dolors Mas es psicóloga en Barcelona con Nº Colegiada 17222. Sus especialidades son la ansiedad, la depresión y el TDAH. Puedes dejarle tu consulta y resolver tus inquietudes a través de este enlace.

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