domingo, 13 de agosto de 2017

Todos somos nadie en algún lado

Todos somos nadie en algún lado

Al salir del país, pasé de Gerente de Mercadeo a limpiar baños, llevar cafés y cuidar caballos (entre otras cosas). De tener carro propio a escoger caminar, en vez de gastar en transporte público. De tener ciertos privilegios por haber nacido en la familia que nací, a no ser nadie más que una latina buscando ‘aprovecharse’ de las visas Australianas. En resumen, pasé de niñita privilegiada a ser nadie; por no decir parte de la ‘peste de emigrantes’, como lo era para algunos.
ESTA ES UNA OPINIÓN
Entrada a la granja donde pasé apaleando estiércol como choque de realidad.
El problema no eran los quehaceres. A pesar de estar apaleando estiércol antes del desayuno, que no era mi labor ideal, me daba gracia la experiencia y las vueltas de la vida. Lo difícil de esto, fue lidiar con las actitudes de los que me discriminaban. Muchas veces eran actitudes sutiles; caras, comentarios, burlas, etc. Pero lo más doloroso, era sentir esta negación de conexión humana; como este rechazo automático por el rol que cumplía en su sociedad; el mensaje de “a pesar de que te necesito para esto, me daría verguenza ser tu amiga(o)”. Esto más el estrés de lidiar con un país extraño, y mis crisis existenciales cotidianas…me dio el patatush.
Después de un par de colapsos psico-trasto-sexuales, de esos que nos dan a algunos, me quedé sin recursos de negación y no me quedó de otra que empezar a ver para adentro. Con lo que me topé, no me gustó. Me dió verguenza. Empecé a tomar conciencia de la cantidad de comentarios discriminatorios y formas de pensar destructivas que había normalizado en mi país. La cantidad de veces que había dicho: “es un cholero” “ay, puro muco” o “qué indio!”. La falta de respeto en mis acciones, y la forma en que agredían, no me había pasado antes por la cabeza. La misma historia se repitió más adelante con otros temas. La desconfianza, desigualdad, machismo, homofobia, polarización ideológica; todos estos temas que al sumergirme en una realidad alterna, me confrontaban con lo anticuado de mi forma de pensar.
Aclaro que esto fue 100% voluntario con el fin de viajar el mundo. Un precio justificable para cumplir mi sueño. Al contrario de miles de Guatemaltecos que viven en condiciones inaceptables de pobreza y discriminación sin otra opción, invisibles para el mundo y sus mismo compatriotas. Con esto en mente, me nacía un gran respeto y empatía por lo admirable de estas personas.


No me tomó mucho para que esto se volviera mi fascinación. Quería entender más la causa y efecto de este comportamiento humano, sumergiéndome en artículos, libros, conversaciones y cualquier cosa que me enriqueciera. Era como dejar ir este viejo yo, por la versión 2.0 que nos beneficiaba a todos un poquito más. Mi forma de aportar al mundo en ese momento. Me encantaría entrar en detalle de esto, pero por espacio, les comparto lo siguiente con el fin de enriquecernos un poco más..
POR MÁS COLECTIVA QUE SEA UNA CREENCIA, NO NECESARIAMENTE ES CORRECTA
Leyendo a Lucía Ixchiu, me pareció atinada esta frase porque gran parte del problema es la normalización.
“Y como dice Fanon: “En una cultura con racismo, el racista es normal”. Y así es como nos encontramos en este país debatiendo sobre cosas cotidianas y normales.”
LUCIA IXCHIU
Estamos tan acostumbrados a nuestras creencias heredadas de la colonización y al sentido de pertenencia que las mismas nos generan, sin ver que su rigidez no nos permite distanciarnos y cuestionar su utilidad, ética, efecto, etc. Frecuentemente decidimos ignorar cómo se conectan todos estos problemas y negamos cómo somos gran parte de la raíz.
Aunque hay estudios muy claros, nos da miedo ver cómo la discriminación genera violencia y desigualdad1; la desigualdad genera más violencia y explotación, mientras estanca el desarrollo económico y social2; la falta de aceptación, así como lo es el machismo, homofobia, racismo, etc.3, genera división, miedo, desconfianza, represión y en resumen, una sociedad dañada. Una sociedad, que a mi punto de vista, escoge alimentar el ego con la marginalización y sentido de superioridad, en vez de promover un desarrollo incluyente que respete al individuo, cualquiera que sea, y nos deje enriquecernos de las maravillas que cada diferencia ofrece.
Estos no son problemas nuevos, tampoco son problemas no estudiados. Son problemas globales que afectan al agresor y al agredido. También son problemas que nacen de una ignorancia colectiva y negación de su existencia por comodidad. Es momento de dejar a un lado la hipocresía de exigir cambios y justicia, sin siquiera analizar nuestras acciones y cómo contribuyen a estancar este proceso. Así como la maña contagiosa de juzgar por pertenecer o separar, en vez de educar nuestro juicio para que sea útil a nuestro desarrollo. Al final, yo soy Guate y Guate soy yo. Si busco un cambio, necesito abrir los ojos y aceptar mi responsabilidad hacia lo que me rodea.

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