jueves, 5 de octubre de 2017

Los espíritus

Los espíritus del mal buscan destruir o
entorpecer las energías cósmicas a través del ser
humano, que es el ser al que más fácilmente
pueden corromper, debido a su gran capacidad 
mental y a que éste posee no sólo un Libre 
Albedrío que ningún otro ser de la Creación
tiene, sino que también tiene muy arraigado su
Ego, es decir, su personalidad, de la que esas
entidades pretenden apoderarse.
Estos espíritus, que en párrafos anteriores hemos
llamado también bajos astrales, tienen su origen
también en el Padre; ya que igual que existen los
ángeles, deben existir los bajos astrales para
poder mantener un equilibrio energético y
respetar la Dualidad imperante en todo el
Universo: Sol y Luna, Día y Noche, Luz y
Oscuridad…
Estas energías negativas, como ya hemos ido
viendo, se cuelan en los cuerpos sutiles de las
personas y llegan a sus centros energéticos,
tratando de consumir la mayor cantidad de
energía y agotarlos. Estos parásitos espirituales,
en muchas ocasiones, se comportan igual que
los entes que algunas religiones denominan
“diablos” o “demonios”; pero no necesariamente
tienen que ver con el Diablo de la religión
cristiana. Puede que se identifiquen con él y
hasta se hagan pasar por él, pues tienen el poder
para hacerlo, pero en realidad son seres de
oscuridad, entes oscuros, que toman las
imágenes mentales o contenidos inconscientes
de las personas para crear la máscara o la
apariencia con la que asustarán y debilitarán a
sus víctimas.
Los bajos astrales pueden succionar las energías
de las personas, animales, plantas… pueden
estar dentro de un cuerpo o deambular por una
casa o negocio, para intentar bloquear a todos
los seres vivos que haya en el entorno, y no tan
sólo a una persona o animal en concreto.
Cuando poseen a los animales, éstos se vuelven
furiosos y su carácter cambia radicalmente, no
viven mucho tiempo y pueden volverse
peligrosos; en cualquier momento, la entidad
negativa abandona al animalito y se va en busca
de otra víctima.
Si fracasara el exorcismo con el que nos hemos
de enfrentar y combatir a estos entes, los bajos
astrales pueden dispersarse o atacar a otras
personas o animales de las cercanías; por eso el
exorcismo o ritual de liberación, según sea el
caso, es un tema que a nuestro entender debe
tratarse con muchísima seriedad y de ninguna
manera de forma ligera ni mucho menos frívola.
Al practicante del exorcismo no le debe quedar
ninguna duda acerca del resultado final; y si la
hubiere, se debe volver a repetir el ritual, las
veces que sea necesario.
Del libro ( POSEIDOS)

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