sábado, 2 de diciembre de 2017

Raymond Moody: "No me da miedo la muerte, me da mucho más miedo la vida




"Curiosamente, los 'resucitados' regresan todos diciendo que ya no pertenecen a ninguna religión".
"El resultado de mis investigaciones no supone ninguna prueba irrefutable de que haya vida después de la vida".
El doctor Raymond Moody alcanzó fama mundial a principios de los 70 al publicar los resultados de su investigación sobre personas resucitadas, es decir, sobre aquellos individuos que, habiendo sido declarados clínicamente muertos, habían vuelto inexplicablemente a la vida. Lo más llamativo fue descubrir que eran muchos quienes habían vivido semejante trance. En efecto, una encuesta de la Gallup reveló que, sólo en los Estados Unidos, más de ocho millones de personas aseguraban haber muerto y resucitado, como Lázaro. Vida después de la vida, el libro en el que el doctor americano daba cuenta de los resultados de su investigación, vendio más de 15 millones de copias, pero hubo también voces que se alzaron contra lo que muchos empezaban a considerar una prueba irrefutable de que existía vida después de la vida.
Raymond Moody (73), padre de cuatro hijos, dos de ellos adoptados, doctor en filosofía, psiquiatra, licenciado en Historia antigua, profesor emérito de psicología en la universidad de Carrolton (Georgia, EEUU) y de Estudios de la Consciencia en la Universidad de Nevada (Las Vegas), ha estado en Madrid el pasado fin de semana para participar en un congreso y parece tener claras dos cosas: que sus investigaciones no constituyen ninguna prueba irrefutable de que exista vida después de la vida y que los relatos de las experiencias post mortem que le hicieron los casi 1.000 resucitados que entrevistó durante su investigación no pueden ser explicadas en modo alguno desde la ciencia. Dice que no soporta a parapsicólogos, escépticos cientifistas y a los fundamentalistas religiosos.


¿Existe vida después de la vida?
Me he cansado de repetir desde el primer día que el resultado de mis investigaciones no supone ninguna prueba irrefutable de que haya vida después de la vida. Simplemente estamos ante un fenómeno, por el momento, inexplicable. Tiendo a aceptar que puede haber algún tipo de existencia más allá de la vida, pero no es más que un sentimiento personal.
¿Qué es lo que relatan los resucitados?
Casi todos hablan de lo que podríamos llamar 'memoria panorámica', una visualización de los momentos más importantes de su vida, que pasan rápidamente ante sus ojos. Después viene esa especie de túnel con la luz al fondo. Y, finalmente, el recibimiento en la luz de los seres queridos que les habían precedido en la muerte, la sensación de dicha, la ausencia de espacio o tiempo, la impresión de que todo es luz, la resistencia a abandonar ese estado y, por fin, el despertar de nuevo a la vida. Lo más significativo es que prácticamente todos cuentan la misma historia, y todos vuelven transformados. Dejan de sentir miedo ante la muerte, se muestran cooperativos y amables, se desinteresan de la religión, etc.
Algunos especialistas sostienen que lo que experimentan las personas en el trance de la muerte es resultado de ciertos procesos bioquímicos en el cerebro.
Si, eso pensaba yo también al principio, pero con el tiempo mi intelecto tuvo que admitir que muchas cosas no podían explicarse de ese modo. Cuando alguien te dice que ha estado fuera de su cuerpo y ha visto lo que ocurría en otra sala mientras le resucitaban y compruebas que lo que te dice es absolutamente exacto, te quedas perplejo. No tengo el menor interés en persuadir a nadie de que existe vida después de la muerte. Que cada uno se forme su propio criterio. Lamentablemente, no puedo explicar tampoco cómo se producen ni cómo deben ser interpretados estos fenómenos, pero no me cabe la menor duda de que son auténticos y genuinos. Y muy antiguos, no olvidemos la resurrección de Lázaro o la del propio Jesús. En la época romana ya era muy frecuente que los crucificados resucitasen, por eso sospecho que las imágenes que nos relatan los resucitados es lo que ha contribuido a crear, a lo largo de los tiempos, la idea de que existe un Más Allá en todas las religiones.
¿Podría decirse que entre la vida y la muerte existe una tierra de nadie de la que regresan los resucitados?
En el lenguaje ordinario siempre utilizamos metáforas espaciales o temporales. Nos referimos a la 'vida después de la muerte' que es una metáfora temporal, o al 'más allá', que es una metáfora espacial. Todas las palabras que empleamos implican espacio y tiempo, pero lo que estos pacientes nos relatan cuando entran en ese trance es que el tiempo y el espacio no existen tal y como lo percibimos ahora. Mi conclusión es que el fenómeno que llamamos muerte no es sino una expansión de la consciencia.
¿Dónde está situado el límite entre la vida y la muerte?
¿Quién lo sabe? Antiguamente se consideraba muerta a una persona cuando le dejaba de latir el corazón. Numerosas resurrecciones llevaron a los especialistas a afinar más, y con la aparición del electroencefalograma se determinó que la muerte clínica se producía cuando el cerebro dejaba de emitir ondas, eso que se llama encefalograma plano, pero también hay registrados muchos casos de pacientes que han resucitado tras haber dado encefalograma plano. En la actualidad, se ha impuesto una definición de la muerte que es más filosófica que científica: por muerte se entiende ahora "ese estado del que nadie regresa". En realidad, yo siempre he considerado lo que me contaban los resucitados como experiencias próximas a la muerte.
¿Es usted una persona religiosa?
No, nunca lo he sido. Curiosamente, los resucitados regresan todos diciendo que ya no pertenecen a ninguna religión. No creen que ninguna iglesia tenga la respuesta, sino que todas las grandes confesiones ven parte de la misma verdad. Yo comparto esa postura.
Su libro Vida después de la vida ha terminado convirtiéndose en la biblia de las paraciencias, ¿no cree que eso le resta credibilidad entre la comunidad científica?
En su insaciable busca de beneficios, los editores persiguen siempre el sensacionalismo. Durante muchos años, mis libros, víctimas de esa obsesión, han sido manipulados y tergiversados. Por eso me he visto obligado a sacar a la luz pública todos los pensamientos que los editores habían recortado de mis libros, sin importarles que con ello deformaban su mensaje y mancillaban mi imagen. Ha habido portadas en las que podía leerse con sonrojante falsedad: «¡Pruebas científicas de que existe vida después de la vida!». Semejante sensacionalismo tal vez ayude a vender, pero arruina la credibilidad del autor. Y mientras las editoriales se llenaban los bolsillos con las ventas, yo tenía que contestar a los críticos que me hacían las mismas objeciones que yo ya había anticipado y resuelto en los párrafos que los editores habían descartado.
¿Qué piensa, entonces, de los llamados parapsicólogos que tan entusiásticamente han comprado sus libros?
Algunos medios de comunicación han llegado incluso a catalogarme de parapsicólogo. Eso es una gravísima falsedad que no estoy dispuesto a tolerar. No son más que pseudocientíficos. No pretendo con eso tildarles de deshonestos. Yo los clasifico en la misma categoría que los rapsodas o los soñadores.
¿Le da miedo la muerte?
Oh, no, en absoluto. Me da mucho más miedo la vida.


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